domingo, mayo 24, 2009

24 de Mayo de 2009

Caminaba por Coronel Díaz, bordeando la plaza. Se hacia oscuro así que empezaba a correr, pero no podía enfocar entonces veía todo gris. Cuando frenaba, cerraba bien fuerte los ojos y al abrirlos, los colores eran sumamente saturados y tampoco podía ver nada, recién me normalizaba al llegar a la esquina. Cruzaba Las Heras y creía ver a B. Seguía caminando por Las Heras, hasta que me lo encontraba en la puerta de ‘mi edificio’. Me acompañaba hasta el ascensor, le decía que los rulitos le quedaban re lindos, y lo invitaba a pasar, me preguntaba si era en serio y sonriendo le respondía que si. Había 4 ascensores, dos que subían y dos que bajaban, edificio antiguo. Cuando subíamos, estábamos en la casa de su padre, no en la mía. En su cuarto todavía estaban las sabanas de Disney. En mi sueño él quería ser cirujano, así que me pedía hacer la prueba en mi panza con unos bisturís, yo me levantaba la remera y él trazaba una finísima línea con el bisturí sobre mi estómago, que estaba dividido en dos colores, rosado del lado izquierdo, y más bronceado del derecho. El estaba concentrado ‘cortando’, yo me daba cuenta que se me veían las gomas porque no tenía corpiño, entonces me agachaba haciéndome una bolita, para que no me viera. Después bajábamos a la vereda, ya era de noche. Estábamos con una amiga en común, sentados sobre la entrada, y B se había transformado en un chico rubio y de ojos verdes como un gato, en un momento él empieza a decir como que ‘no fue su culpa’ en una situación cualquiera, y yo lo señalo y le digo, medio en chiste medio que no, que en lo que había pasado entre nosotros sí tenía responsabilidad. El primero se defendía y después se estresaba y se ponía mal, medio en serio medio en joda. Entonces yo le hacía masajitos en el cuello y le decía que todo iba a estar bien, que no se preocupara.

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