miércoles, diciembre 30, 2009

Happy New Year

Mira, no pido mucho,
solamente tu mano, tenerla
como un sapito que duerme así contento.
Necesito esa puerta que me dabas
para entrar a tu mundo, ese trocito
de azúcar verde, de redondo alegre.
¿No me prestás tu mano en esta noche
de fin de año de lechuzas roncas?
No puedes, por razones técnicas.
Entonces la tramo en el aire, urdiendo cada dedo,
el durazno sedoso de la palma
y el dorso, ese país de azules árboles.
Así la tomo y la sostengo,
como si de ello dependiera
muchísimo del mundo,
la sucesión de las cuatro estaciones,
el canto de los gallos, el amor de los hombres.



(Julio Cortázar, Salvo el crepúsculo, 1984)

domingo, diciembre 27, 2009

6 de Octubre de 2009

Iba a lo de Agus. Gran jardín. Le pregunto por la guerra de Vietnam y las 'nuevas'. Nos tiramos y nos dormimos abrazados. Yo sé que no lo quiero a él, porque sigo pensando en el otro, pero necesito el afecto.


Volvía a mi casa y veía que habían desplazado los últimos 3 pisos del edificio de al lado -que me obstruía la vista al parque- a una casa baja que está pegada. Ahora se veía la vista como si fuese de un pastizal, con un lago grande, onda el Delta. Yo iba corriendo hacia allá, atravesaba un senderito de tierra. Había grupos de gente que se metían al río, otros con remos y otros con veleros. Yo estaba sobre un barco con un solo remo así que hacía movimientos rarísimos para poder avanzar.
En tierra firme buscaba El Arte de Vivir, pero no los encontraba. Volvía a la casa (ahora estaban mi papá y mariana) y Agustín Pía nos mostraba el camino de regreso al río/lago/agua. En el camino por el sendero Mariana metía el pie en una madriguera y se le trepaba un ratoncito. Yo pensaba que se iba a poner re histérica, pero por suerte no. Creo que también estaba Aye en el sueño.

5 de Octubre de 2009

Volvía de RPG, me bajaba del colectivo en el botánico, por alguna razón. Eran las 18.51. Me sentía intranquila. Cuando llegaba a la cuadra de su edificio, veía una casa muy antigua con un pasillo al costado que daba a un jardín inmenso, como un bosque (había gente como turistas). Había material de construcción por ahí, pero estaba abandonado. Cuando salía del bosque encontraba una señora de unos 40 años, con pelo corto, lacio, negro, carré, que le contaba al dueño de la casa (que era como un restorán/centro cultural) que esa casa había sido de su profesor y que solían enseñar meditación, pero que durante la segunda guerra mundial los hombres se habían vuelto locos por el poder y la habían cerrado para ir a luchar. (había algo más, sobre la familia de Alan) Yo me iba, caminaba por la vereda hacia la derecha (para mi casa) pero después, medio excusa, medio en serio, volvía para trás y pasaba por la puerta de su edificio, y casi llegando a la esquina, metido como si fuera una galería, había un baño público. Yo veía que en la esquina de enfrente estaban Facu y Billard, pero los ignoraba. Me estaba por meter en el baño cuando escucho el ruido de la bici, de su bici. Me doy vuelta y es él. Se baja d ela bici rapidísimo y se me acerca gritando, ''pero qué hacés acá, salí, dijimos que no nos íbamos a ver más, y ahora me estás buscando!''. Yo le explicaba que estaba volviendo del médico y que me habían dado gans de ir al baño, y que antes había visitado el jardín de la casa grande, nada más. ël estaba muy enojado, me gritaba con los ojos muy abiertos y amarillos, muy cerca de mí. Me agarraba del cuello en un ataque de ira, y yo lo empujaba contra la pared, y nos quedábamos así, apretados. Yo le empezaba a acariciar la cara, pero como controlando que si él hacía algo, le clavaba las uñas. Le decía, muy suave, ''¿cómo pensás que me sentí yo cuando, después d ehaber estado juntos en tu cuarto, me despidieras con un beso así, en el cachete?'' (y le mostraba). Ahí él aflojaba el enojo un poco, me daba besos en la cabeza, me acariciaba la espalda, y me repetía bien suave que yo no debería estar ahí, y yo le contestaba ''¿vos creés que quiero que pase esto?''. Con mis uñas le agarraba el cuello, él giraba los ojos para trás y gruñía como un león, yo sabía que lo tenía para mí otra vez. Axel me decía que no podíamos hacer esto, que él ahora estaba con la otra. Y yo me enojaba, me daba bronca que se quedara con ella.
De repente aparezco en mi casa.


Siempre lo que más me cuesta, es despedirme.

3 de Octubre de 2009

Soñé que me borrabas de Facebok, justo antes llegaba a entrar a una foto tuya en las sillas voladoras del Parque de la Costa, y quería firmarte algo, pero ya no podía.
Me habías enviado un sms, que decía ''no que son agridulces las despedidas? :)''

domingo, diciembre 06, 2009

6 de Diciembre de 2009

Estábamos con algunas compañeras, charlando en una confitería. La abrazo a Lau y le digo que la voy a extrañar, y que la quiero mucho. Salimos juntas a caminar por ahí, y en la calle Del Signo lo veo a Alan, jugando al basquet con otra persona. Lo veo bien, es él, pero con el pelo largo como en tercero. Ya no está más en rehabilitación, hasta tiene los brazos más gorditos y todo. Lanza el amigo, yo le digo a Lau que no lo podía creer, pero ahí estaba Alan. Y tira él. Le yerra porque me había visto y se había puesto nervioso. Me le acerco, lo saludo y le pregunto cómo está. Sonríe, y wow, cómo lo extrañaba, el Sol brillaba entre los árboles y yo le decía lo mucho que me alegraba verlo bien de vuelta, nos abrazábamos muy, muy fuerte, (seguía siendo un flacucho escuálido a punto de desintegrarse, por eso lo abrazaba lo más que podía, para estar cuanto más cerca pudiéramos) tenía esa remera grandota blanca y con su olor, su olor de antes, el olor que yo conocía bien. Me decía que yo era una ternura, realmente estaba tan contenta de verlo de nuevo. Me quiso dar un beso, pero yo no lo dejé, ¿qué sentido tenía empezar con algo que no iba a funcionar? ya no. Le sonreía y aunque al final sí lo besaba con cariño, me despedía. Estaba feliz, feliz caminando entre los rayos del Sol, sabiendo que vos seguías ahí, salías adelante.
Y es que es cierto lo que aprendí en estos años,

Como los juegos al llanto
como la sombra a la columna
el perfume dibuja el jazmín
el amante precede al amor
como la caricia a la mano
el amor sobrevive al amante
pero inevitablemente
aunque no haya huella ni presagio






(y qué manera de volver a empezar, eh)

sábado, diciembre 05, 2009

Por veredas de sueño y habitaciones sordas
tus rendidos veranos me aceleran con sus cantos
Una cifra vigilante y sigilosa
va por los arrabales llamándome y llamándome
pero qué falta, dime, en la tarjeta diminuta
donde están tu nombre, tu calle y tu desvelo
si la cifra se mezcla con las letras del sueño,
si solamente estás donde ya no te busco.








ya es hora.