domingo, diciembre 27, 2009

5 de Octubre de 2009

Volvía de RPG, me bajaba del colectivo en el botánico, por alguna razón. Eran las 18.51. Me sentía intranquila. Cuando llegaba a la cuadra de su edificio, veía una casa muy antigua con un pasillo al costado que daba a un jardín inmenso, como un bosque (había gente como turistas). Había material de construcción por ahí, pero estaba abandonado. Cuando salía del bosque encontraba una señora de unos 40 años, con pelo corto, lacio, negro, carré, que le contaba al dueño de la casa (que era como un restorán/centro cultural) que esa casa había sido de su profesor y que solían enseñar meditación, pero que durante la segunda guerra mundial los hombres se habían vuelto locos por el poder y la habían cerrado para ir a luchar. (había algo más, sobre la familia de Alan) Yo me iba, caminaba por la vereda hacia la derecha (para mi casa) pero después, medio excusa, medio en serio, volvía para trás y pasaba por la puerta de su edificio, y casi llegando a la esquina, metido como si fuera una galería, había un baño público. Yo veía que en la esquina de enfrente estaban Facu y Billard, pero los ignoraba. Me estaba por meter en el baño cuando escucho el ruido de la bici, de su bici. Me doy vuelta y es él. Se baja d ela bici rapidísimo y se me acerca gritando, ''pero qué hacés acá, salí, dijimos que no nos íbamos a ver más, y ahora me estás buscando!''. Yo le explicaba que estaba volviendo del médico y que me habían dado gans de ir al baño, y que antes había visitado el jardín de la casa grande, nada más. ël estaba muy enojado, me gritaba con los ojos muy abiertos y amarillos, muy cerca de mí. Me agarraba del cuello en un ataque de ira, y yo lo empujaba contra la pared, y nos quedábamos así, apretados. Yo le empezaba a acariciar la cara, pero como controlando que si él hacía algo, le clavaba las uñas. Le decía, muy suave, ''¿cómo pensás que me sentí yo cuando, después d ehaber estado juntos en tu cuarto, me despidieras con un beso así, en el cachete?'' (y le mostraba). Ahí él aflojaba el enojo un poco, me daba besos en la cabeza, me acariciaba la espalda, y me repetía bien suave que yo no debería estar ahí, y yo le contestaba ''¿vos creés que quiero que pase esto?''. Con mis uñas le agarraba el cuello, él giraba los ojos para trás y gruñía como un león, yo sabía que lo tenía para mí otra vez. Axel me decía que no podíamos hacer esto, que él ahora estaba con la otra. Y yo me enojaba, me daba bronca que se quedara con ella.
De repente aparezco en mi casa.


Siempre lo que más me cuesta, es despedirme.

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